Los grandes cambios sufridos en tan poco tiempo afectaron a toda su población (tanto la residente en su casco histórico como la de sus barriadas), primero de forma política y social con la llegada de la República y de forma trágica tras el golpe militar del 18 de julio de 1936 en adelante. Este estudio tendrá como prioridad, pues, la de retratar esta sociedad local, analizar sus comportamientos y decisiones. Por ello los vecinos de esta localidad serán los protagonistas de este estudio. Desde ellos y a partir de su horizonte local, destacarán sus conductas, prioridades y anhelos que afloraron en esos años convulsos.
No tenemos que olvidar que durante el primer tercio del siglo XX, Fuencarral fue una población dedicada prioritariamente al sector primario, es decir a la agricultura y la ganadería. Así lo había sido desde hace siglos. A finales del siglo XIX, el predominio de la agricultura en Fuencarral era una evidencia. Se cosechaba principalmente trigo, cebada, algarroba y otros cereales1. También se dedicaban hectáreas a las viñas y olivos así como al cultivo de huertas que producían habas, guisantes, garbanzos, nabos y melones. Mientras la ganadería local tenía su importancia ya que abundaban las cabezas de ganado mular (400 en total), 300 cabezas de cerda, 175 cabezas de ganado asnal, 120 de ganado cabrío y en menores proporciones las de caballar, vacuno y lanar.
Esta presencia de animales era sobre todo destinada a las tareas de la labor de las tierras como las yuntas pero también para otros trabajos que ocupaban a las familias de Fuencarral como el transporte de géneros y el acarreo diverso.
Estos trabajos y ocupaciones propias del sector primario involucraban a la gran mayoría de las familias de esta localidad. Casi todas ellas poseían aves de corral, palomas y conejos así como un cerdo para sustentar la economía familiar, tareas que se compaginaban con las propias de la agricultura. Como indica el autor citado en su monografía de finales del siglo XIX, sin precisar mucho detalle, existen, en Fuencarral, labradores ricos que recolectan gran cantidad de grano pero suponen, realmente, una pequeña parte de la sociedad local. La gran mayoría de los hogares, reconoce dicho autor, “viven al día y se encuentran casi arruinados con un par de años malos que vengan. Muchos no encierran (almacenan) siquiera su cosecha pues la tienen que vender en las eras o al poco tiempo de recolectada”2.
Esta realidad, apenas esbozada por dicho autor, es la que predominó durante mucho tiempo, no solamente en Fuencarral sino en parte de este país. La provincia de Madrid, durante el primer tercio del siglo XX, se caracterizó por poseer una gran mayoría de pequeños propietarios, población activa predominante en el sector agrícola. En torno al 50 %, se encontraba esta inmensa población agrícola poseedora de fincas de menos de 1 hectárea3.
Lo mismo pasaba en el caso de Fuencarral. Esta mayoría de pequeños propietarios “viven al día” y tuvieron que buscar otras tareas para poder sobrevivir, buscando soluciones diversas, como trabajar más tierras de otros vecinos en régimen de colono, arrendarlas si se podía económicamente, buscar el pluriempleo compaginando la labor de la tierra y otras ocupaciones (transporte de mercancías, labor de la huerta y venta de sus productos) etc…
El censo de población de Fuencarral en 1930 era de 7.111 habitantes, lo que la convertía en una de las localidades más pobladas al norte de Madrid, exceptuando a Chamartín de la Rosa y casi igualado con Colmenar Viejo. El censo de 1930 de esta localidad reflejó un aumento de población con respecto a los censos anteriores, diferenciándose, por ello, de las demás poblaciones cercanas en las que no ocurría lo mismo (salvo Chamartín de la Rosa). Este aumento poblacional, sin embargo, tuvo su origen en otras causas, muy diferentes del propio devenir de la población urbana tradicional.
La expansión urbana del norte de Madrid, es decir de Cuatro Caminos hacia el norte siguiendo el eje principal de la carretera de Francia se hizo una realidad desde principios del siglo XX. El barrio de Tetuán de las Victorias fue creciendo de manera importante en las primeras décadas, al mismo tiempo que su expansión, a modo de vasos comunicantes, implicaba la creación de otros núcleos urbanos, cada vez más alejados del eje principal para unos moradores que no podían pagarse los precios al alza de los alquileres de viviendas en las barrios más céntricos de la capital.
1 Datos recogidos para finales del siglo XIX de Juan Benavente Barquín (1891)
2 Idem, p.28.
3 Ver Souto, S. (2004)
ROBERTO FERNÁNDEZ SUÁREZ
UNED. 29 de septiembre de 2018.