Pero ese predominio agrario local estaba, en ese primer tercio del siglo XX, sufriendo cambios estructurales de importancia. Su cercanía a la capital que estaba viviendo en esos momentos una transformación urbanística importante influyó de manera determinante en la vida cotidiana de los vecinos de San Sebastián de los Reyes. En efecto, las poblaciones más cercanas a Madrid como Fuencarral y Chamartín de la Rosa estaban sufriendo un cambio determinante en su estructura poblacional interna. La ciudad de Madrid, en su vertiente norte, construyó grandes barriadas obreras que cambió la configuración de su territorio tradicional. Grandes extensiones de campo se reconvirtieron en espacios urbanos y se construyeron siguiendo los ejes de comunicación por carretera. Por un lado, se crearon las barriadas de Tetuán de las Victorias y Castillejos a lo largo de la carretera de Francia en el término municipal de Chamartín de la Rosa. Este eje de comunicación importante cruzaba el pueblo de Fuencarral y un poco antes del convento de la Virgen de Valverde se separaba con un ramal que iba hacia Colmenar Viejo, continuando su recorrido hacia Alcobendas y San Sebastián de los Reyes. En el propio pueblo de Fuencarral se había construido la barriada de Malmea en dicho eje, aumentando su población hasta más de 7.000 habitantes en torno a 1930.
[1] Ver censo de población de 1930. Instituto Nacional de Estadística. INE.
El segundo eje de comunicación por carretera era una variante importante del anterior eje. Al salir de Alcobendas, bifurcaba a la izquierda una carretera que iba directamente a Chamartín de la Rosa y volvía a unirse a la carretera de Francia en la barriada de Tetuán de las Victorias donde se hallaba el llamado hotel del Negro, lugar estratégico y de referencia que tendrá gran importancia para los obreros de esta zona norte de la capital. No olvidemos que Chamartín de la Rosa ya tenía en la década de los años 30 unos 40.000 habitantes, procedentes casi todos de las barriadas obreras citadas anteriormente.
Toda esta reciente estructura urbana, en las inmediaciones de Madrid, en su vertiente norte, caracterizada por una implantación masiva de población obrera empezó a influir de forma determinante a la población de San Sebastián de los Reyes. En primer lugar, algunos de los vecinos más pudientes de la localidad, propietarios agrarios, diversificaron su actividad económica. Dejaron de ser exclusivamente agrarios y complementaron su actividad principal con otras relacionadas con el sector servicios. Por ejemplo, el propietario local Pedro Colmenar Montes era así mismo farmacéutico. Otros, como Manuel Giménez Gómez, además de propietario era carnicero.
Pero otros muchos vecinos de la localidad empezaron a compaginar su actividad agraria limitada a sus pequeñas propiedades con otros trabajos relacionados con el sector de la construcción, tan relevante en poblaciones cercanas como acabamos de ver anteriormente. Lo que intensificó las relaciones entre obreros de las barriadas del norte de Madrid con los de nuestra localidad.
En el censo de población de 1930, San Sebastián de los Reyes tenía 1.439 habitantes censados, correspondiente a una pequeña población rural. Localidades como Colmenar Viejo, Bustarviejo o Miraflores de la Sierra tenían mayor número de población que San Sebastián de los Reyes o su vecina Alcobendas en esos años. 757 eran varones mientras que 682 eran mujeres. Destacaremos los datos relacionados con el analfabetismo. De entre los varones, 372 sabían leer y escribir mientras que 363 no sabían ni leer ni escribir. Y entre la población femenina, 303 sabían leer y escribir mientras que las analfabetas superaban ese número con 351 casos. Si eliminamos de este censo, que no lo contempla, a la población infantil, la tasa de analfabetismo seguía siendo una lacra importante que afectaba en torno al 30 % de la población masculina y algo más a la femenina de la localidad[1].
La política local durante el primer tercio del siglo XX en San Sebastián de los Reyes y el advenimiento de la República en la localidad.
Los pueblos agrarios de la España del primer tercio del siglo XX consolidaron durante este periodo un fenómeno político destacado, pero muy integrado en la estructura social y cultural de los mismos, el llamado caciquismo. En efecto, un grupo de vecinos perteneciente a la élite local se interesó por la cuestión política encarnada en el consistorio municipal. Desde los últimos veinte años de finales del siglo XIX hasta las fechas que corresponden a este trabajo, desfilaron por los ayuntamientos rurales unos vecinos pudientes, emparentados entre sí, que coparon sus puestos dirigentes. Las sucesivas leyes electorales legisladas a finales del siglo XIX y primeros del siglo XX ampararon la presencia de dicha élite local que se legitimaba en sucesivas elecciones municipales donde participaban un sector reducido del vecindario ya que quedaban excluidas las mujeres y los jóvenes menores de 25 años.
El caciquismo destacaba por tejer una red tupida de relaciones sociales entre determinados vecinos pudientes de las localidades basadas en favores y prebendas mutuas. Unos determinados propietarios agrarios favorecían a otros en administración de fincas, en cesiones de terrenos, alquileres etc… generando en ello unas fuertes alianzas de reciprocidad y complicidad que justificaban la posibilidad de optar a cargos políticos como concejal, alcalde, juez municipal etc… Por otro lado, el cargo de alcalde era una pieza fundamental del engranaje de dicha red caciquil en la medida en que era la persona que trataba la problemática local con el gobernador local, apoyándose mutuamente en cuestiones políticas, divididas entre conservadores y liberales a lo largo de los gobiernos monárquicos de los reyes Alfonso XII y Alfonso XIII.
En relación a San Sebastián de los Reyes, el cuadro nº 1 visualiza la presencia de una élite política local que acaparó los puestos concejiles a lo largo de los últimos años de la monarquía hasta la llegada de la dictadura de Primo de Rivera en 1923 y la transición posterior de 1930.
[1] Ver Fernández Suárez, Roberto et al. (2015).
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